México y la luz al final del túnel

“Hagan política, aunque otra cosa les digan quienes la han hecho sin ustedes, y, naturalmente, contra ustedes”.

Antonio Machado (1875 – 1939)

En México se percibe una sociedad cada vez más politizada, que pareciera ir entendiendo el consejo del poeta español que sirve de introducción al presente texto. La gente muestra un mayor interés en la cosa pública, aunque, todavía en lo cotidiano, es difícil debatir sin fanatismos sobre temas políticos.

Es decir, el interés de la sociedad por la política va avanzando pero lo hace lentamente. Hoy existe apenas una tendencia a equiparar la política como si se tratara de un partido de fútbol; algo así como: ¿Y tú quién le vas?, pudiendo ser la respuesta: a los verdes, o a los rojos, o a los negros, parecería una respuesta simplista para una pregunta simplona, ya que ambas reflejan desconocimiento o por lo menos desinterés, del porqué de los partidos políticos o los candidatos; como si todas las ideologías que cobraron innumerables vidas y han venido transformando las sociedades a lo largo de la historia, se sinteticen en la preferencia de un color, una persona, en el estado de ánimo del momento o incluso, en un meme.

Parecen no entender todavía que los partidos políticos existen porque hay grupos con distintos intereses e ideologías, que defienden en el debate o la lucha pública, aquello que consideran su derecho, y que por eso existen, izquierda y derecha, o partidos como el laborista y el conservador en Inglaterra, o que por eso ha habido revoluciones.

Por más acaloradas sean las discusiones defendiendo sus políticos preferidos o denostando los contrarios, parecen estar muy lejos de representar antagonismos ideológicos. Esos antagonismos originados por la forma en cómo la sociedad produce y se distribuyen las ganancias, o por la forma en que se educa, o por las creencias, o por el uso y apropiación de los espacios comunes, o por el uso y aprovechamiento de los recursos naturales, o por la reivindicación de los derechos básicos.

Para la gente común, el debate sobre qué partido o candidato es mejor, se reduce a simples productos comerciales porque los poderes fácticos, especialmente los que manejan los medios hegemónicos de comunicación, se interesan en que así sea. Estos medios prefieren la burla por un chicle pegado o la caída de una silla en un templete, a que se cuestione la participación de personajes ligados a un modelo económico que saqueó, ensangrentó, empobreció y dejó en ruinas al país. Rehuyen el debate sobre la estructura y alto costo de los organismos públicos que no ofrecen beneficio social, sobre la parcialidad y excesivo costo del poder judicial, o sobre socavar o defender nuestra soberanía.

La calidad, durabilidad, precio o vicios ocultos de esos políticos convertidos en productos, son elementos que se matizan con la propaganda y dejan de lado lo que en realidad representan dentro de ese espectro de intereses en pugna y que son aspiraciones de alguno de los distintos segmentos sociales en que, inexorablemente, estamos insertos los miembros de una sociedad.

Y justamente el principal problema es que muchas veces, los interlocutores de los debates políticos en lo cotidiano, no tienen claro en qué segmento social se ubican, lo que aprovechan y profundizan los difusores de los mensajes políticos, ya que, como profesionales de la propaganda, su objetivo es convencernos de lo que no somos y entusiasmarnos en lo que, según ellos, queremos y podemos ser.

Por eso los debates políticos en lo cotidiano, no giran en torno a las ideas y proyectos, sino que se reducen a hablar de las personas y de los hechos inmediatos, inclusive de esos hechos sin tomar en cuenta los contextos en los que se presentan; simplemente optan si les parece que están bien o están mal, como cuando se discute si una jugada fue penal o no en un partido de futbol.

Frecuentemente descalifican lo que no comparten, pero que paradójicamente desconocen, apelan a la voluntad de quien escucha sin disposición a escuchar, acusan polarización cuando la política también es eso, el debate entre los privilegiados y los excluidos. El problema es cuando las diferencias, descalificaciones y a veces hasta ofensas, se producen entre dos excluidos, donde evidentemente uno de ellos padece de alienación.

La política debe ser más seria, pero para ello se necesita un proceso de toma de conciencia al que eventualmente llegaremos y en el que falta por ahora, mucha información verificada y educación para analizarla y aprehenderla, lo que daría sentido a los debates cotidianos y entonces éstos ya no girarían en torno a personas y anécdotas sino en ideas y proyectos.

Mientras tanto, lo positivo es que esos debates políticos son más frecuentes, y, aunque no muy profundos, denotan poco a poco una apropiación de lo público por parte de la sociedad. Eso es apenas una tenue luz al final del túnel.

Popularidad vs Aprobación

Los sondeos y las razones de contestar sí o no.

“Si tú no te llamas Juan, acaso te llames Pedro, si no eres Luis o José, lo mismo da, te llamas pueblo”. Tomado de la canción folklórica argentina “Breve historia de Juan”, de Armando Tejada y César Isella

Meses antes de las elecciones presidenciales de 2018, la sociedad mexicana mostraba una tendencia clara a dar por primera vez a la izquierda, la oportunidad de asumir la responsabilidad de la presidencia, lo que resultó en una verdadera paliza electoral en julio de ese año.

Y por más que la derecha y su esquema de difusión justifiquen aquel voto como de “castigo”, “berrinche”, “equivocación” o el de un electorado ingenuo y torpe y, por lo tanto, “engañado” con las falsas promesas de un mesías, en realidad la encuesta de salida que hizo ese día la empresa Parametría, nos dice que por los perfiles y preferencias de quienes votaron, tal vez haya sido el voto más consciente emitido por los mexicanos hasta entonces. http://www.parametria.com.mx/estudios/quienes-eligieron-a-amlo-como-presidente/

Sin embargo, debido a las ruinas de país que estaba dejando la derecha, podría decirse que el electorado no tenía grandes expectativas sobre lo que pudiera lograr AMLO en solo 6 años. Quizás los más radicales soñaban con que encarcelarían a Anaya, Calderón, Fox, Salinas, Peña y aliados; algo que se ve cada vez más lejos.

Pero ahora resulta que al cabo de 5 años de aquellos comicios negros para los conservadores, los sondeos colocan al actual presidente con una alta aprobación. Por ejemplo, la encuesta de la organización denominada De las Heras, detectó en Junio de 2023, un 77% de aprobación del desempeño del presidente y una identificación con el partido en el poder de 51%, mientras que los partidos más “fuertes” de oposición, apenas colectan un 20% entre los tres.

Encuesta de Junio de 2023

Aquí es importante aclarar que aprobación no es sinónimo de popularidad; sino que los sondeos son el resultado de la percepción de los encuestados acerca de temas públicos.

Algunos se preguntan ingenuamente el porqué estos índices de aprobación, pero seguramente los encuestados han sido influenciados por lo menos por cuatro aspectos representativos de la forma de tomar decisiones del actual gobierno y que son muy fácil de percibir.

Identificación por partido, Junio 2023

El primero es el petróleo; a 84 años de su expropiación y a 8 de otro intento de venderlo, en 2022 los mexicanos pudimos sentir por primera vez que verdaderamente es nuestro, pues el reciente incremento internacional de precios, similar al que durante el sexenio anterior se utilizara para justificar la aplicación de un gasolinazo, ahora en este gobierno se reconocieron mayores ingresos y se usaron en un subsidio para evitar el alza interna de combustibles; lo cual ayudó además a la economía en general, ya que al no impactar en los costos de producción y traslado de bienes, derivó en una de las tasas de inflación más bajas en el mundo, a pesar de la pandemia y en medio de una guerra como la de Ucrania.

El segundo es el Peso; es que por primera vez desde los años 70’s, nuestra moneda no solo se ha mantenido estable por 4 años, sino que se ha revalorado. Igual, en medio de una guerra y, durante y después de una pandemia.

El tercero es la economía; este aspecto es el más sorprendente y se trata de la estabilidad económica, por el índice de crecimiento logrado, por una mayor captación de inversión extranjera directa, con grandes obras de infraestructura sin incremento de deuda externa y ademas promoviendo el desarrollo de zonas con marginación histórica.

Y el cuarto son las políticas públicas; y es que por primera vez, las decisiones que toma el gobierno y las leyes que impulsa, están pensadas en cómo beneficiar a las mayorías históricamente relegadas y acabar con los privilegios oligárquicos.

Ahondando sobre esto, antes los políticos decidían lo que según ellos era “bueno para México”. Pero en realidad eran cosas que nos afectaban directamente. Era frecuente escuchar por ejemplo: “Tenemos que apretarnos el cinturón para salir de la crisis”, o “El sacrificio de hoy, nos traerá un México con progreso”.

Nadie se preguntaba el porqué algo que supuestamente era bueno para México, tenía que afectarnos a los mexicanos.

Nadie se preguntaba… hasta que la sociedad se percató que, quienes se beneficiaban, eran unos cuantos.

Entonces votaron en 2018 y todo cambió.

Claro que en ese giro político, se ha afectado a oligarcas que siempre fueron beneficiados o protegidos, y por eso tratan de manipular a la gente con mentiras o medias verdades al más puro estilo de la “caja china” que describe Luis Estrada en su película “La Dictadura Perfecta”, aunque afortunadamente, como muestran los índices de aprobación, esos intentos de engaño cada vez son menos eficaces.

Creyendo que la sociedad no tiene claro que hay un verdadero cambio en la forma de hacer política, se usan diálogos perversos como el siguiente:

– “¡Pobre Pedrito!”- Dice un paisano con melancolía

– “¿Cuál Pedrito!”- Le pregunta su interlocutor

– “Pos’ Pedrito, un niño que estudiaba y vendía chicles para ayudar a su mamá. Enfermó de cáncer y no hay medicinas por culpa de AMLO”- responde el primero.

La insidia evita cualquier pregunta que intente verificar si “Pedrito” realmente existe y oculta los nombres de los niños a quienes suministraron agua bidestilada en lugar de medicina para el cáncer, así como los intereses mezquinos de la industria farmacéutica que monopolizan y limitan el abasto de medicamentos. Pero no es necesario, el interlocutor ya lo sabe y ha detectado la falacia.

Así que, en caso de que realmente exista, seguramente Pedrito será una tragedia. Pero, evocando la frase inicial de este artículo en la que “Juan” personifica al pueblo, si al encuestar a “Juan”, éste percibe como buenas las acciones del gobierno y lo califica bien, entonces yo le creo a “Juan”.

“Ahí anda Juan por las calles de Dios
golpeando las puertas de la soledad
pero dice que nada encontró,
tan solo otro Juan y luego otro Juan”

Estribillo de “Breve historia de Juan”

¿Quién es quien en México?

“Las Mañaneras” y el proceso de toma de conciencia.

Se ha venido demandando por parte de los grupos opositores al gobierno, así como de diversos medios corporativos de comunicación que habrían recibido mucho dinero por parte de gobiernos anteriores, la cancelación del ejercicio de información establecido por el presidente desde que era Jefe del Gobierno del Distrito Federal (ahora Ciudad de México) denominado “La mañanera”, ya que se sienten agraviados especialmente por la popular sección “Quién es quien en las mentiras”.

Las razones por las que políticos de oposición y prensa corporativa se oponen a las “mañaneras” son diferentes. Mientras que a unos les desquicia ver cómo se fortalece diariamente la investidura presidencial al exponer temas de interés nacional, los otros ven frente a sus narices el desmoronamiento de lo que se llamó “el cuarto poder”, debido a que ya no pueden manejar la agenda informativa nacional y mucho menos influir en la opinión pública. Aunque si hicieran un análisis autocrítico entenderían que las “mañaneras” no tienen que ver nada con el desprestigio que durante décadas se confeccionaron a sí mismos. Sobre este tema ha escrito de manera excelente Violeta Vázquez-Rojas en su artículo “Un mundo sin mañaneras” para Sin Embargo https://www.sinembargo.mx/04-07-2022/4214685?fbclid=IwAR0–D-eO87E5OIa6W51VvOWxaq-FR1ZdQnl4sopV4lG69MlsDBcIpzjXsY

Pero nosotros abordaremos otro aspecto de este ejercicio de comunicación.

Paolo Freire nos dijo que no podemos concientizar a otros, sino que el proceso de concientización o desarrollo de la conciencia, ocurre en el individuo después que conozca su realidad o tome conciencia de ella, a veces requiriendo el auxilio de un educador que le hable “de igual a igual” y en términos entendibles para todos, permitiéndole hacer una reflexión sobre si esa realidad es adecuada o no, y con ello tome decisiones libres y conscientes, para modificarla o mantenerla como está.

Entonces la mañanera se ha convertido a partir de esa idea, en un instrumento educativo donde el ponente, que regularmente es el propio presidente, ofrece toda la información posible sobre los problemas que la población vive y ya conoce, pero de los cuales el gobierno nunca le había hablado.

Independientemente de lo aburrida que puede resultar o de las ocurrencias que surgen y de los regaños a veces innecesarios hacia algunos reporteros, la mañanera también ha servido como una catársis terapéutica para su protagonista, un lugar en el que se aclaran infinidad de tergiversaciones y hasta calumnias que han vertido algunos medios que se suponían profesionales.

Pero, el verdadero valor que tiene ese ejercicio de información es educativo y ha generado la toma de conciencia en gran parte de la población.

Gracias a la “Mañanera”, ‘Don Aldegundo’ sabe ahora quienes fueron los que se quedaron con todo el dinero con el que podrían haber dado a sus padres, la pensión que ahora él recibe; doña ‘Zeferina’ es capaz de hablar de deuda pública y sabe perfectamente que con el FOBAPROA está pagando la deuda de aquel banquero que no le perdonó a ella su hipoteca y le embargó su casa; ‘Teresita del Niño Jesús’ ya entendió porqué el cura repite y repite en las homilías que debemos perdonar al prójimo y que al votar recordemos que el cielo es “azul” (de hecho con las nubes es azul con blanco); y ahora, la ‘Britanny’ y el ‘Brayan’, quienes en lugar de drogarse y robar autopartes prefieren ir a la escuela o chambear en el taller del tío recibiendo una beca, saben que su voto ayudará a decidir el rumbo del país. ¿Cuál rumbo? El que quieran.

Es más, hasta ‘Don Justo’ se convenció, que ahora ya no es necesario aumentar los impuestos o incrementar la deuda externa para concretar mega obras de infraestructura o enfrentar una pandemia.

Pero, lo que ‘don Justo’ no se puede quitar de la cabeza, es aquella maldita “Roqueseñal” que nos obsequiaron al aumentar el IVA del 10 al 15%.

Entiéndase que ‘Aldegundo’, ‘Zeferina’, ‘Teresita del Niño Jesús’, ‘Britanny’, ‘Brayan’ y ‘don Justo’, personifican a millones de mexicanos.

Y nada de eso es rencor, solamente concientización.

Aún así, algunos todavía creen, o por lo menos así lo externan, que la gente añora los gobiernos anteriores y que, si logran cancelar la mañanera, los votantes estarán prestos a votar por el PRIANRD en 2024 para expulsar este “pésimo gobierno”.

Dadas las circunstancias, sería interesante saber si llegan a esa conclusión solos o se ayudan con algo de fentanilo

La defensa de la Suprema Corte en México

El contingente que lucha en las calles por intereses ajenos.

Aunque en cada manifestación que hacen los opositores podríamos hacer la misma reflexión, tomaremos como ejemplo la última que es la defensa de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).

En la defensa que los conservadores hacen de la SCJN para que los ministros no sean electos por el voto popular, subyace la tendencia a la exclusión, propia de quienes están convencidos que son superiores o que creen saber más que el vulgo.

Pero como ellos mismos dicen: “Hay niveles”.

En el primer nivel están los verdaderos conservadores (también llamados fifís), defienden a la suprema corte porque el poder judicial se colude en sus negocios y son cómplices de sus fechorías; ahí hay un interés claro.

Luego, se ayudan con algunos “intelectuales” (sarcasmo obligado), promotores y medios de comunicación a modo, que sería el segundo nivel. Todos financiados; y en eso también hay un interés que es el pago.

Y finalmente está el tercer nivel que es la infantería. Un contingente de seguidores que ni siquiera saben el fondo de lo que se persigue pero están prestos para marchas, asoleadas, plantones o poner sus casas de campaña para que se las lleve el viento; pero lo mejor de todo, es que son gratis.

¿Cómo es que existen estos seguidores?

Lo más probable es que fue tan fuerte la influencia que tuvo la tecnocracia, antes y durante la instauración del neoliberalismo en México, que para el imaginario colectivo de aquellos que se identifican con ciertas clases sociales, aunque no pertenezcan a ellas y no tengan los mismos privilegios, no existe otra forma de tomar decisiones que no provenga de una élite burocrática supuestamente experta.

Este segmento social cada vez menos numeroso, se quedó con la idea de que los asuntos públicos son de carácter gerencial y no político. Reconocen y hasta presumen las credenciales académicas de aquellos cuyas decisiones importantes incluyeron la venta del patrimonio nacional a extranjeros, o priorizar la protección de la economía de particulares bajo el argumento de que con eso se protegía la economía del país.

Sin reparar en los enormes daños al patrimonio nacional y a la economía de la sociedad con esas decisiones, presumen haber tenido  a dos doctores como presidentes de la república, sin importar que el primero vendió 18 bancos y 8 empresas importantes, entre las cuáles se encuentra la más grande empresa de telefonía; mientras que el segundo, incrementó el IVA del 10 al 15 por ciento (Roqueseñal incluida) y nos endilgó el FOBAPROA, la deuda privada de esos banqueros dueños de algunos de esos 18 bancos que vendiera su antecesor.

La famosa “Roqueseñal”, el agravio que no se olvida

Para hacer muchas de esas cosas, se tuvo que reformar varias veces la constitución. ¿Alguien nos preguntó si estábamos de acuerdo? Por supuesto que no.

Sin embargo, por alguna razón perfectamente entendible para quienes aunque sea hemos hojeado algún libro de Erich Fromm, Herbert Marcuse, Paulo Freire o Noam Chomsky, a este segmento social le aterra que los asuntos y políticas públicas puedan ser decididas por nosotros, que somos la población y que en esencia sería el resultado de lo que es una democracia: “el gobierno del pueblo”.

Este grupo es el único que se apropia y hasta podría comprar los intentos de reivindicación de la derecha, reivindicaciones que ya no permean al resto de la sociedad, porque se entrampan en discursos vacíos o absurdos como el de un supuesto “populismo”, la “pseudo-dictadura” o el inexistente “autoritarismo”; que son ejercidos por un personaje siniestro y manipulador que sería el presidente.

El flujo actual de la información, aún con el riesgo de la infodemia, permite a la sociedad en general saber que cuando una política pública es respaldada por la mayoría de la población, no es “populismo”, se llama democracia; que una dictadura no es, cuando otros poderes impiden una reforma constitucional o invalidan modificaciones a leyes reglamentarias; y que, cuando hay un autoritarismo, quienes se atreven a criticar al poder, ya sea con calumnias o incluso con verdades, lo hacen bajo el riesgo de perder la vida.

Seguramente este grupo de seguidores que son carne de cañon para los conservadores, desaparecerá poco a poco y más por cansancio que por falta de convicción, pero es inevitable en el proceso, que sus acciones serán más desesperadas y violentas, como se demostró en el video donde uno de estos especímenes, amaga con golpear a una señora que aparenta ser de la tercera edad.

Sinceramente, por el bien de esos soldados de infantería de la ultraderecha, y con todo el sarcasmo disponible, que Dios los perdone.

Transición político-económica en México

Micro ensayo sobre nuestro capitalismo y su rechazo reciente.

El capitalismo de corte occidental instaurado en México, tiene dos problemas fundamentales que han propiciado el reciente rechazo de una parte de la población cada vez más politizada e informada. Con ese rechazo se arrastra inexorablemente al abismo, a los partidos que lo impulsaron y que, absurda e increíblemente siguen defendiéndolo.

El primer problema es que su motor básico, que es el deseo de superación y mejora, es de carácter individualista; se opone a cualquier forma cooperativista o colectivista, e incluso desvanece casi por completo el concepto del nacionalismo. Además, otorga a la solidaridad un carácter de beneficencia o el rol de una especie de contenedor en el cual arrojar aquellos excedentes que ya no se quieren o estorban.

Y el segundo problema es que, aunque la acumulación de capital debería ser base para el desarrollo de las estructuras sociales, la inexistencia de reglas que limiten dicha acumulación, en combinación con el carácter individualista ya señalado, hacen que los propietarios del capital tengan como prioridad incrementarlo permanentemente, posponiendo de manera indefinida la derrama económica prevista por los teóricos economistas.

Obviamente esas condiciones están presentes también en su fase evolutiva, o sea el capitalismo global o neoliberalismo, obstaculizando la competencia que según la teoría de la ley de la oferta y la demanda, supone la imposibilidad de manipular el mercado. Y esa competencia no ocurre porque como dice Fabrizio Mejía Madrid en alguno de sus artículos, “antes de un libre mercado existen monopolios y un sistema financiero que no buscan competir, sino aumentar beneficios. No se busca rivalizar con otros en calidad y precio, sino hacer lo que sea para ganar cada vez más” ¡Lo que sea!

Siguiendo a Fabrizio Mejía en otro de sus artículos, todo esto hace que la idea de la cultura del esfuerzo, la meritocracia y la competitividad, sean sólo una utopía en ese capitalismo, porque siempre se topan con el compadrazgo, el amiguismo, el nepotismo, los moches, el intercambio de favores y el tráfico de influencias; ¿Entre quienes? Pues entre quienes tienen el capital o la mínima oportunidad, como se dijo, de “hacer lo que sea para ganar más”.

Es una realidad reflejada en una frase que se le atribuye a Benjamin Franklin, que dice que: “De aquel que opina que el dinero puede hacer cualquier cosa, cabe sospechar, con fundamento, que será capaz de hacer cualquier cosa por dinero”.

Esas son las circunstancias que provocan cada vez más, el rechazo de ese capitalismo, porque han convertido a México en una selva que hay que cruzar diariamente… y así lo hacemos. Hemos aguantado durante dos siglos y lo seguimos haciendo, pero nadie puede negar que es una verdadera selva y resulta claro para mucha gente, que hay circunstancias particulares y muchas veces fortuitas, que hacen a unos individuos más indefensos que otros y termina dividiendo a la sociedad en presas y depredadores; y a eso se le llama desigualdad. Si la desigualdad es ya de por sí una tragedia, el que no nos importe o no la reconozcamos es inaceptable.

Lo que se plantea en políticas o sistemas igualitarios es, o transformas a esa selva en una especie de parque (lo cual es sumamente complicado), o le das a quien no las tiene, las herramientas para cruzarla sin problemas.

No es que todos deban ser pobres como sostienen algunos alienados falaces, sino a la manera de Rousseau, que “La igualdad de la riqueza debe consistir en que ningún ciudadano sea tan opulento que pueda comprar a otro, ni ninguno tan pobre que se vea necesitado a venderse”.

El triste penar de una oposición autodestructiva

La misantropía como enfermedad autoinmune de la derecha

En los primeros meses de 2018 se auguraba la posibilidad de un cambio, una nueva esperanza como aquella que hubo 18 años antes pero que quedó pulverizada casi como estaban quedando las instituciones.

Aquella, que inició en 2000 con el PAN y concluyó en 2018 con el PRI, dejó una estela de sangre y corrupción en una combinación orgiástica de componendas, imposición de leyes a modo y desenfreno descarado de la oligarquía, que al igual que la Roma del siglo IV, nunca se imaginó su caída y que, en el México de nuestros días, la gente ya había asimilado perfectamente el poder de su voto.

En ese 2018 y para tratar de mantener su poder, los ahora opositores apostaron al miedo de los electores diseminando una serie de sandeces, como la ayuda de Rusia al partido de izquierda o los acuerdos con países como Venezuela y Cuba. Dichos que, si acaso, lograron inquietar un poco, a unos cuantos. La suerte ya estaba echada y ellos mismos la construyeron.

Sin embargo, parece que no se percataron de ello, ya que los últimos mensajes de sus respectivas campañas en ese año fueron por demás triunfalistas. Tanto PRI, como PAN se decían favoritos de la mayoría, y, en realidad parecían creer que así era. Pues no fue así. De hecho, fue tan aplastante la derrota, que a la fecha parece que no han podido recuperarse.

Su proceso de duelo ha sido tan lento, que en 4 años apenas se alcanza a percibir débilmente la transición de la negación a la ira. Y como en aquel momento, incapaces de reconocer que ellos mismos propiciaron la victoria de su oponente, repiten ahora las mismas actitudes y estrategias que los hunden cada día más. De ahí, lo autodestructivo.

A casi 5 años de su peor derrota, propician que sus huestes digitales llenas de odio irracional, agredan sin sentido a desconocidos en redes y sigan con el argumento de los 30 millones de engañados, de holgazanes o, perdón, pero así de elegante lo manejan, de “pendejos” que le dieron el triunfo a la izquierda. La frase: “prefiero 30 millones de ’empresarios’ generando empleos que 30 millones de ‘hu3von35’ pidiendo limosna”, es frecuente entre los usuarios de redes sociales afines a la derecha; usuarios cuya mayoría fueron también víctimas de esas políticas que la sociedad ahora reconoce y repudia; usuarios alienados por los medios corporativos, que los hacen sentirse “agraviados” por el actual gobierno, a pesar de que algunos de ellos o sus familiares, son beneficiarios de programas sociales.

En teoría los políticos de derecha por su afinidad con el sector privado o incluso, en algunos casos como empresarios, deberían conocer muy bien de estrategias de mercadotecnia para atraer clientes o en este caso votos. Pero en la práctica, al señalar como ignorantes, holgazanes o hasta pend3j@5 a 30 millones de personas que en menos de dos años estarán en las urnas, no parece ser una buena idea y eso les hace a ellos mismos sus peores detractores.

Tendrían que dirigir sus esfuerzos para atraer a la parte del padrón electoral que no votó en 2018 y que para colmo, también ofenden, nada más y nada menos que ¡Por indolentes! Pero, con el mismo optimismo que se ostentaban como los posibles ganadores de las elecciones de 2018, tienen, no sé porqué, la idea que quienes no acudieron a votar en esa ocasión, lo habrían hecho por la derecha.

Ha quedado claro que cuando estuvieron al frente del gobierno, los ahora opositores dejaron un México en ruinas, con mexicanos afectados por sus políticas y acciones que, en la mayoría de las ocasiones, aseguraban eran “para proteger a México”, eran “buenas para México”, pero nunca, a ninguno de ellos, se le ocurrió pensar qué era bueno para los mexicanos; mexicanos, que ahora saben que pueden elegir con toda libertad a quienes los representen.

Creo que la derecha comete muchos errores, pero uno de ellos es creer que compiten contra un personaje tipo caudillo, cuando en realidad su contrincante es un concepto, una idea que se refleja en el rechazo de todo aquello que ellos representan.

Durante casi seis sexenios, sometieron al país a un modelo cuyas leyes y decisiones generaron corrupción, impunidad y pobreza, provocaron que gente perdiera sus casas o vehículos por deudas que fueron impagables, que fueran desplazados por la violencia o que murieran a manos de la delincuencia; y también aparecieron “mágicamente” unos cuantos millonarios. Y, si bien durante 18 años hubo un personaje como AMLO que insistió que esas políticas eran nocivas y las causantes de todos los males del país, la debacle de ese modelo era inminente, pero no porque AMLO difundiera esos mensajes, sino por lo que estaba ocurriendo y lo que la gente vivió y sufrió.

Desde que MORENA toma el poder en 2018, promueve decisiones e impulsa leyes contrarias a las que manejaban sus oponentes, con la diferencia que ahora los únicos afectados son aquellos privilegiados que se regodeaban de sus beneficios económicos y políticos. Así, no veo por dónde la derecha pueda recuperar lo que perdió. Implicaría que votáramos por ellos para regresar a como estábamos o para seguir el camino que llevábamos. Y eso lo veo un poco menos que imposible

Y reitero sobre la derecha autodestructiva, porque no conformes con haber sido repudiados en las urnas, insisten, ahora agrupados en algo que el presidente llamó “promiscuidad política”, en tomar decisiones que la gente rechaza, tales como oponerse a las reformas eléctrica y política. No se entiende la lógica de aquellos que necesitan recuperar credibilidad y votos, pero promueven lo que la gente rechaza.

La gente. Sí, esa gente que va a votar; esos que no están dentro de los 30 millones de ofendidos que ya ni deberían de considerarlos; sino aquella gente que está entre los que no emitieron su sufragio en 2018 pero que, si la derecha sigue insistiendo y comportándose de esa forma, son capaces de animarse a votar; y ya imaginamos por quién será.

Fríos resultados electorales, pero candentes festejos de… ¡Todos!

“Lo importante es que hay fiesta, no de quién es el cumpleaños

Juan José Ochoa Vázquez

Chairo es una palabra que se ha venido utilizando manera común en las conversaciones diarias, especialmente en tiempos electorales.

Y ahora la escuchamos mucho porque la sociedad se ha venido politizando. Esto, a pesar de que, por su evocación al onanismo,
es un término muy desagradable en su origen, algo de lo que ni siquiera me atrevo comentar.

Y por desagradable que sea, muchas personas se hacen merecedoras de ese término, no importa si su tendencia política es de derecha o de izquierda, puesto que, aunque el término fue acuñado para describir a un simpatizante de izquierda, encontrarse fuera de la realidad y autocomplacerse agrediendo a quienes piensan diferente, no es privativo de una tendencia en particular, aunque al final todo eso es un poco deprimente porque, como los chairos no son protagonistas, lo único que les queda es defender la tendencia política en la que creen, exagerando aciertos y declaraciones de sus líderes, o bien, ocultando, justificando, minimizando o negando, sus fallas y errores.

Con los resultados electorales del pasado 6 de junio, chairos de todas las tendencias festejaron “jubilosos” los triunfos de los partidos a los que son afines. O sea, chairos queriendo ser chairos y haciendo de sus pleitos en redes sociales un circo a veces divertido y a veces tedioso.

Chairos de derecha llegaron al punto de difundir que como en 2018 MORENA presumió ¡30 millones de votos!, el contar ahora solamente con 16 millones representa una derrota para MORENA. “¡Casi la mitad!, dicen”. Lo que es falso porque, primero, los 30 millones de votos en 2018 fueron para la elección de presidente, mientras que para la elección de diputados (o sea, igual a esta) MORENA solamente obtuvo  en 2018, 20 millones de votos.

Otro dato sobre lo mismo, es que esos 20 millones de votos de 2018, estaban entre 55 millones emitidos ese año, en tanto que en esta ocasión, los 16 millones deberán compararse con solo 45 millones de sufragios de este 6 de junio.

Pero en contraparte, los chairos de izquierda dicen que por esos números, y que las gubernaturas y que los congresos, etc., “¡Ganaron esta elección¡”, pero tampoco es totalmente cierto y creo que no hay mucho que festejar porque bajaron en preferencia, de 37 a 34 por ciento aproximadamente.

O sea, cada cual su versión de autocomplacencia imaginaria y todo sigue igual.

En realidad, a fin de cuentas no ocurrió algo extraordinario en estas elecciones, más allá de que la ciudadanía demostró una vez más, que quiere ser escuchada y sin duda los resultados corresponden a lo que las instituciones y los gobiernos han venido realizando y la percepción que los electores tienen de ello, ya que por el momento las urnas son la única alternativa de la sociedad para manifestar su aprobación o desaprobación sobre lo que ocurre.

Tal vez un factor que previamente había considerado en una entrega anterior: “Eventualidades, tragedias y escenarios electorales”, pudo haber sido determinante para los resultados en la Ciudad de México, y se trata del terrible accidente de la línea 12 del metro: https://laberintonetwork.wordpress.com/2021/05/15/eventualidades-tragedias-y-escenarios-electorales/

La reflexión que hacía ahí es que a pesar de que la oposición no ofrecía ninguna alternativa para convencer al electorado, ese terrible accidente podría ser el empujón que dicha oposición necesitaba para lograr “algo”, “o lo que sea” en las elecciones.

Y parece que así fue, puesto que, si en la elección federal de 2018, 23 de los 24 distritos electorales de CDMX, fueron para la MORENA y aliados, en 2021 solo ganaron 12. O sea, la izquierda perdió 11 distritos.

Con datos tan accesibles los resultados finales son siempre fríos y la interpretación de si fueron buenos o malos quedan solamente para quienes compitieron directamente (porque ganaron o perdieron) o los obtusos que se asumen sin serlo, como parte de esa tendencia política a la que son afines, pero que ni los conocen.

Sin embargo surge algo interesante, y es lo que se viene dando al interior de algunas fuerzas políticas, que de manera sorprendente, entre algunos de sus líderes, emerge la sensatez y mandan una tenue pero esperanzadora señal de que las cosas podrán mejorar en un futuro. Y me refiero a las declaraciones de Pablo Gómez, Gustavo Madero, y Damián Zepeda.

Pablo Gómez, quizás uno de los pocos representantes legítimos de la izquierda mexicana que militan en MORENA, señaló: “Lo que vimos en la parte centro poniente de la Ciudad de México, en la ciudad de Puebla y varias ciudades más, fue un voto de electores que no son partidarios del PRI ni del PAN, que votaron masivamente por Morena en 2018 y ahora no quisieron votar por nosotros…”. Pero lo más interesante que mencionó, fue: “…tiene que ver con una franja que hay en la sociedad que salió a votar en contra de la Cuarta Transformación sin estar realmente en la oposición; un sector que no está convencido de la gestión ni del gobierno ni del Congreso; que tiene, no solo dudas sino certezas, de cosas que no debieron hacerse y de cosas que no se hicieron debiendo hacerse…”. https://www.jornada.com.mx/notas/2021/06/09/politica/pablo-gomez-perdio-diputacion-federal-de-coyoacan-ante-gabriel-quadri/ 

Por su parte Gustavo Madero, también uno de los verdaderos representantes pero de la derecha tradicional militando en el PAN, señaló: “Aunque nos duela reconocerlo, Morena y sus aliados seguirán aprobando el presupuesto, todas las iniciativas y cambios legales que quieran con sus propios votos (igual que ahora); y podrán modificar la constitución y los nombramientos si convencen a unos cuantos legisladores del PRI o MC (igual que ahora)”. Yo agregaría “legisladores del PAN”. https://www.proceso.com.mx/nacional/politica/2021/6/9/gustavo-madero-admite-derrota-de-la-alianza-pan-pri-prd-senala-un-autoengano-265638.html

Damián Zepeda, quien como coordinador de campaña de Ricardo Anaya, cerraba la contienda en 2018 asegurando que el abanderado de la alianza  “…ganaría la elección presidencial…”, sorprendió declarando que como panistas, no debería fomentarse el autoengaño y suponer que los resultados de este 6 de junio les favorecieron, “…empezando por las gubernaturas, donde de las 15 que estaban en juego, MORENA y sus aliados terminaron ganando 12, mientras que PAN gobernaba en 4 de esos Estados y perdió dos…”. https://fb.watch/65FJD7YDdN/

Sin duda, en lo personal, estos son los puntos más positivos que se tienen de esta elección del 6 de junio, donde los diversos partidos empiecen a mostrar madurez respecto de los resultados, reconozcan sus defectos, errores y debilidades, trabajen en mejorarse a sí mismos y luchen por ofrecer a la ciudadanía, propuestas sensatas y plurales, logrando que el electorado en las urnas, decida más en función de proyectos políticos que de simples castigos.

Finalmente como dicen algunos psicólogos: “…el 50% de la solución de un problema, es reconocer que se tiene ese problema”, y parece que algunos representantes de partidos, comienzan a entender sus problemas.

Eventualidades, tragedias y escenarios electorales

Cuando cae ayuda del cielo… o cae de la vía

Por Juan José Ochoa Vázquez

Hace poco reflexionaba las razones por las cuales la oposición se encontraba en desventaja electoral para este 6 de junio. Situación que en gran parte es resultado del lastre político de 40 años, pero también porque no tienen propuestas claras para resolver los problemas que ellos mismos ocasionaron. Véase https://wordpress.com/post/laberintonetwork.wordpress.com/173

Tímidamente empezaron a difundir en su propuesta: “Diez soluciones a los problemas que enfrenta México”, algunas ideas de lo que según eso, harán si el electorado les vuelve a dar la oportunidad. Véase https://www.proceso.com.mx/nacional/2021/1/27/va-por-mexico-presenta-10-soluciones-los-problemas-que-enfrenta-mexico-257140.html

Algunas de ellas francamente contradictorias con sus respectivos idearios o “Declaración de Principios”, y todas ellas contradictorias con lo que hicieron durante 40 años. O sea, solamente ellos se las creen (tal vez).

Pero como hay eventualidades y éstas pesan sobre la conciencia de una población desinformada, resulta que, aún con ese lastre y todavía sin propuestas firmes, la oposición podría obtener condiciones favorables, a partir del accidente de la línea 12 del metro en la CDMX. En Jalisco ya vimos cómo las explosiones del 22 de abril de 1992, fueron la ayuda que necesitaba el PAN para asumir el gobierno en el Estado y en los principales municipios.

En aquella ocasión, hasta el presidente Carlos Salinas de Gortari arrancó en una transmisión en vivo de un noticiero, una calcomanía del PRI a un voluntario que ayudaba en el lugar del siniestro, como un presagio de que ese partido, su propio partido, tendría que irse.

Realmente espero que la muerte de personas, no sea motivo de alegría para quienes sienten que tienen más posibilidades ante el electorado, pero cualquier cosa podría esperarse.

De cualquier forma, la oposición está obviamente intentando aprovechar el alto impacto del accidente, enfocando las acusaciones hacia las personas ligadas al régimen actual, independientemente del fondo del problema y lamentablemente, sin considerar lo verdaderamente importante como son las víctimas y sus familias.

De hecho, es interesante ver cómo señalaban corrupción ligada a los constructores de la línea 12, acusándolos de estar construyendo el tren Maya, pero luego todo eso se apagó abruptamente cuando les avisaron que ¡Son los mismos que estaban construyendo el absurdo y faraónico aeropuerto de Texcoco!

Sin duda las razones del accidente tienen que ver con la forma en que el Estado ha administrado los recursos y ejecutado las obras. La corrupción es, como dijo sabiamente el entonces presidente Enrique Peña Nieto, cuando lo cacharon con el asunto de la casa blanca, “…parte de nuestra cultura…”, con lo que estoy totalmente de acuerdo.

Y mientras muchos se rasgan las vestiduras señalando que la corrupción no tiene que ver con nuestra idiosincrasia, yo me imagino varios manejos que forman parte de procesos de adjudicación de compras de bienes, servicios y por supuesto, obra pública, que bien pueden ser ejemplos de lo que pudo haber pasado en la construcción de esa línea 12, tal cual pasa en muchas de las obras públicas que se ejecutan en todo el país.

Aunque existen leyes y reglamentos para regular las adquisiciones de bienes, servicios y obra pública, podríamos sorprendernos de la sofisticación que han adquirido las formas de canalizar decisiones en favor de ciertos proveedores; en realidad no las comentaremos aquí, pero no vayamos muy lejos, recordemos simplemente el mismo caso de la casa blanca relacionada con la licitación de la obra del tren bala México-Querétaro.

Y la primera situación que se me ocurre y creo que es la más común, es que cuando se requiere una obra o servicio, se busca un cierto proveedor o contratista “de confianza” para que la realice, proponiéndole que del monto del contrato, reserve una cantidad para apoyo como reciprocidad a su asignación como proveedor.

A quien se lo propongan por supuesto va a decir que sí porque obviamente todos queremos trabajar, así que, o renuncia a una parte de su ingreso, o eleva el costo para pagar esa “reciprocidad”, o, lo que puede empezar a ser peligroso, disminuye los costos de la obra disminuyendo con ello la calidad. Ahí es donde cabe la pregunta que hizo el mismo presidente Peña Nieto: ¿Y ustedes que harían? ¡Por supuesto que dirían que sí y lo arreglarían de alguna de esas formas!, y estoy casi seguro que nadie querrá renunciar a sus ingresos.

Y es absurda la advertencia de denunciar a funcionarios que piden mochada para otorgar contratos, puesto que: ¿Quién denunciaría a la persona que le está dando chamba?

Elementos como el grosor de las varillas o de las vigas, la densidad del concreto, los materiales para los ductos eléctricos e hidráulicos, etc., pueden hacer que una obra sea convenientemente económica para todos.

Bueno…, para todos, menos para los usuarios.

Lo peor es que ahí no acaba. En el caso del accidente del metro, han publicado muchas cosas pero todas ellas sin el debido sustento. No obstante me llama la atención que un comentario es que tal vez una de las razones por las que la trabe se haya afectado, es que no se colocaron “atiesadores” en una de las caras de los rieles provocando exceso de vibración.

Los atiesadores son placas de hierro que según quien comenta, deben soldarse adosadas en ambas paredes de los rieles, cada cierta distancia.

Sin conocimiento sobre obras y sus costos, la mayoría de la gente puede decir: “¡Pues qué tanto se podrían haber ahorrado!”. Pero si es así, y si consideraron “reducir” costos “omitiendo” la colocación de los mismos, tal vez podría hablarse de unos 8 millones de pesos a lo largo de toda la línea. 8 millones son mucho para nosotros la gente común, pero, ¿Y qué son 8 millones de pesos entre 26 mil millones del costo total de la obra al final?, pues únicamente el 0.03%. No obstante, ese porcentaje ínfimo puede representar digamos, dos casas medianas en buenas zonas, suficientes para que si hubiese dos responsables de supervisión de la obra, tendrían cada uno un patrimonio de 4 millones para ofrecer a sus respectivas familias con la condición de que se “hacerse de la vista gorda”. Y eso sería solamente los atiesadores.

Lo mismo es que si una norma estableciera que debe haber un durmiente a cada cierta distancia y los colocan más separados para “ahorrar” en durmientes, o si las columnas requieren de cierto número o calibre de varillas y también ahí se colocan más delgadas para ahorrar, o menor densidad del concreto, pues tenemos una bomba de tiempo, muy difícil de detectar, aunque se vea muy bonita en la inauguración.

Recordando nuevamente la tragedia de 1992 en Guadalajara, según un artículo de La Jornada, Miguel de la Madrid Hurtado firmó en agosto de 1971, como subdirector de Finanzas de Pemex, el contrato GPC-70/71 para que la empresa Mexicana de Construcciones construyera el poliducto Salamanca-Guadalajara, de 235 kilómetros de longitud y 14 pulgadas de diámetro. En un claro fraude, la empresa construyó un poliducto de 12 pulgadas de diámetro, siendo Antonio Dovalí Jaime Director General de PEMEX y el gerente de la constructora Alejandro Flores Muñoz, a quien se le pagaron 35.5 millones de pesos. Véase https://www.jornada.com.mx/2002/04/22/034n1est.php?printver=0

Ahorros que son negocio y negocios que se convierten en tragedia. Y eso, lamentablemente no es todo.

Pero regresando al tema inicial, electoralmente hablando, el régimen actual también tiene sus propios lastres, tales como personajes nefastos, maniobras no muy claras, decisiones incorrectas y hasta ocurrencias presidenciales que, sin embargo, no parecían hacerle mella, hasta que llegó el accidente.

Veremos lo que ocurre el 6 de junio, mientras nos la pensamos dos veces, cada que pasamos por arriba o por abajo de un puente o delante de una presa, construidos en nuestro sistema de adjudicaciones de obras y servicios.

Contrasentido político

Cuando un socialista da recomendaciones a la derecha

A tres años del knock out, la derecha en México sigue groggy. Aún no sabe que pasó en julio de 2018 y que la política no se trata de personas sino que es un sistema que se va transformando.

Los líderes de derecha, cuyas políticas pulverizaron socialmente al país, solo han atinado a fomentar el golpeteo contra el presidente y uno que otro funcionario expuesto, quienes solo se tienen que preocupar por esquivar los golpes y parece que no les hacen nada.

En cambio, esos líderes de derecha, no han presentado una sola propuesta, ¡Ni una sola!, para revertir el daño ocasionado por la absurda acumulación de capitales en unos pocos, por el cobijo criminal para quienes se enriquecieron burlando la ley y por el olvido de la población más vulnerable que terminó sometida por una delincuencia cada vez más organizada, y que todo eso en su conjunto, culminó con una derrota electoral humillante.

Hoy el reto que tienen es mayor, porque si la población logra comprender que se requiere dar mayor número de legisladores a Morena para revertir las reformas que legalizaron las injusticias, la derecha tendrá que prepararse para otra derrota que ahora sería monumental.

Por otro lado, es notable la forma en la que la derecha ha estimulado el ingenio de quienes integran su estructura, desde los medios de comunicación tradicionales y chayoteros perfectamente identificados, hasta un segmento de la población que se cree parte de los privilegiados, pero que igual pagan 20 pesos por cada litro de gasolina gracias a la reforma energética.

Los memes ahora son diversos, a veces divertidos, otras muy vulgares; la mayoría falsos o con interpretaciones que no concuerdan con la realidad; pero al final ¡Son MEMES!, y los que dicen la verdad, nos dicen lo que ya sabemos; no son novedad, y no lo son, porque después de 21 años, ¡Todos sabemos quién es y de qué es capaz “El Peje”! Así que ni esos zapatazos logran dar en el blanco.

Tres años han sido un suspiro, y no creo que tengan tiempo para hacer algo en las elecciones de este junio, pero tres años siguientes pasarán igual y deberían reconsiderar su estrategia y lo diré en términos futbolísticos: ¿A quién beneficiaría la posible candidatura de Ricardo Anaya para la presidencia en 2024?, Pues a todos los partidos; cualquiera quisiera contender contra él, porque por ejemplo, si un equipo de fútbol llega a la liguilla, ¿A quién preferiría enfrentarse?¿Al América, Tigres? o… ¿Al Atlas? Eso creo que cualquiera lo entiende.

Así que en 2024 veremos si la derecha sigue groggy o ya logró despertar. Pero por ahora, parece que no.

Si es pasión, que se borre.

El pleito con el cocinero no se resuelve diciéndole que hay peores patrones

Cuando gana el entusiasmo, deja uno ir los dedos al teclado y usa el único medio disponible para expresar ideas, aunque en algunos medios no se acostumbre a recibir, analizar y discutir mensajes que no lleven imágenes y excedan un párrafo.

Últimamente (dos años) en medios y redes, se ha venido librando una batalla por desestimar, en gran parte sin fundamento, las acciones que realiza el gobierno (que por cierto no son muchas). Principalmente porque están opuestas a quienes venían ostentando el poder.

Más recientemente, surgen de cierto sector, movimientos y manifestaciones apasionadas, contentas y hasta esperanzadoras, de que los votantes modificarán en 2021 su preferencia electoral con respecto a 2018.

Bueno, una advertencia popular dice que nunca te debes pelear con el cocinero, lo cual tiene la lógica contundente de respetar y hasta consentir a quienes manipulan lo que nos vamos a comer y extendiéndose a quienes se depende para conseguir los objetivos deseados, y en este caso los cocineros son los votantes. Y tenemos que ser más precavidos cuando el cocinero tiene acceso a venenos.

En 2018, aunque todas las encuestas daban el triunfo a Morena, había medios (los mismos de oposición actual) y ciertos candidatos, que las desestimaban e insistían que la encuesta “buena” sería el 1 de Julio. Y así fue, ninguna encuesta había dado tanta ventaja como la que Morena obtuvo en las elecciones.

Pero las personas que no votaron por morena en 2018 y siguen siendo opositoras al actual gobierno, no solo mantienen viva la “esperanza” de revertir esos resultados, sino que están entusiasmados de que eso sucederá; aunque no entiendo porqué. Tal parece que no se han dado cuenta que su pleito con el único cocinero que existe, que son los votantes, fue inexorablemente a muerte.

Digo, pretendiendo hacer una analogía divertida, una cosa es que yo sea ferviente fanático del Atlas (que no tiene nada de malo), y otra que esté convencido de que algún día va a ser campeón (eso sí es un problema).

Hace dos años, una semana previa a las elecciones del 2018, expuse las causas por las que creía que ganaría el partido de Morena. Causas que en ese año ya habían generado sentimiento adverso a cerca del 70% de la población votante y se sintetizan en los siguientes puntos:

  • El sistema político mexicano en más 40 de años, creó tantos pobres que México llegó a tener hasta 50 millones en 2018; la mitad de ellos ¡Con posibilidad de votar!
  • Las reformas energética, educativa, y dos laborales incluyendo modificación al sistema de pensiones, afectaron a maestros, empleados de paraestatales y empresas privadas en un número aproximado a 20 millones (tan solo los maestros son más de 2 millones). ¡Todos ellos con posibilidad de votar!
  • Todos los mexicanos fuimos afectados con la reforma energética; el precio de la gasolina en 2012 estaba alrededor de 10 pesos y en 2018 llegó a 20.

Si además los beneficiados de ese sistema exhibieron sin pudor lo que se robaron, nos da el perfil de unos 60 millones de votantes descontentos en un padrón de 90 en el 2018.

Aún quienes hayamos sido beneficiados por algo en ese modelo, debemos entender que de ninguna manera estábamos en el camino correcto.

Por otro lado, en 2018 hubo un candidato que no solo era ajeno a esas 4 situaciones, sino que las había criticado, abanderaba en campaña, el apoyo a los pobres, ofrecer revertir la reforma energética, cancelar la educativa, eliminar privilegios ilegales a quienes disfrutaron de ellos, ya sea políticos o empresarios y, si es posible, encarcelarlos. Entonces, ¿Por quién habrán votado todos esos afectados en los cuatro casos? De hecho solo fue la mitad de los que podrían haberlo hecho con gusto, y sin siquiera pensar que los problemas del país iban a desaparecer como por arte de magia.

No entiendo cómo alguien podía suponer que el resultado de entonces sería otro, pero al final ya sabemos lo que pasó.

Ahora veamos el mismo orden de cosas para las elecciones de 2021, cuando el gobierno actual pretende consolidarse.

  • El gobierno mete en programas sociales, a todos los pobres que puede
  • Persigue ferozmente a quienes incurrieron en saqueos y beneficios ilegales y especialmente a sus enemigos.
  • Difunde la necesidad de una mayoría legislativa para echar para atrás las reformas absurdas (energética, laborales y educativa)
  • Quita los beneficios fiscales a los pocos que los tenían y que en la práctica pagábamos todos.

Creo yo que es muy mala estrategia salir a decir que los de ahora son iguales o peores que los anteriores, porque como dije antes, el pleito con el cocinero no termina diciéndole que hay peores patrones.

Así que, ¿Cuál será la lógica de la votación en 2021? Creo que no es difícil deducirlo.

Está bien querer que mi equipo de fútbol sea campeón, pero si no entiendo cuál es su nivel, corro el riesgo de sufrir otra frustración.

Y ojo, siempre aclaro que jamás defiendo al nuevo patrón, ni creo que siempre tenga la razón y menos que sea infalible.